
Inauguramos en Noticias de Escobar una sección en la que recorreremos la trayectoria, la obra y el presente de los más representativos artistas locales.
Hoy conoceremos a Ezequiel Acuña, un músico matheuense que con su «power folklore» transmite vibración, sentimiento e intensidad.
Noticias de Escobar: ¿Cómo fueron tus comienzos en la música?
Ezequiel Acuña: ya a los 6 años sentía un fuerte deseo de tocar un instrumento. Mis padres interpretaron ese sentimiento e hicieron que comenzara a tomar clases particulares con quien había sido mi profe de música en el jardín, Gabriela Díaz.
Como muchos, arranqué con una guitarra prestada que con el tiempo se fue haciendo mi fiel compañera. Al principio fue el carácter percusivo del instrumento lo que más me atrajo.
Por esa época aprendía de un vecino, con quien más tarde formaría mi primer grupo, Los Salamanqueros, junto a Matías Martinez; y luego Estrella del Norte, con Gerardo Albides
A los 8 años empecé a tocar en actos de la escuela y en radios, gracias al apoyo de Raúl Díaz, gran músico y uno de los integrantes del emblemático grupo escobarense Los Cantores del Quebrachal.
Hasta que apareció en el programa de Badía un tipo que me voló la cabeza.»El» Rally Barrionuevo, porque de él hablo, marcó un antes y un después en mi vida musical.
N. de E.: En esa etapa y luego en la adolescencia, ¿cuáles fueron tus principales influencias y referentes?
E.A.: Lo que más me marcó de chico fueron unos cassettes con un compilado de chacareras tradicionales santiagueñas que tenia mi mamá. También otros de Vivaldi, Beethoven, y Mozart que mi papá compraba de las bateas de oferta del supermercado. Recuerdo que el primer walkman (que compre con lo que junté de mi primera comunión) lo usaba todo el día con el cassette de Soledad, el primero, Poncho al viento. Ella fue una gran compañera en mi niñez.
Luego empecé a tener contacto con la música que escuchaba mi hermano, 9 años más grande que yo. Por ese entonces el punk, el hardcore, el ñu metal empezaban a tener mucha difusión.
Hasta que apareció en el programa de Badía un tipo que me voló la cabeza. Frente a muchos niños sentados, él, solo, con su guitarra, tocó un tema llamado «Cómo danza la Esperanza» y eso cambió mi existencia musical. Llegó a la fibra de mis raíces más profundas. «El» Rally Barrionuevo, porque de él hablo, marcó un antes y un después en mi vida musical. Gracias a él escucho a Peteco, al Duo Coplanacu y a otros que debería haber descubierto antes que a él; sin embargo Dios quiso que las cosas se presenten así, y es justo.
Paralelamente, y de la mano con mi fe y mis tradiciones, siempre escuché música cristiana. Como católico y como practicante que siempre tocó la guitarra en misa, soy un laburador en este ambiente, alguien que busca que esta música trascienda y se manifieste.
N. de E.: ¿Qué podés decirnos de tu banda actual? ¿Cómo se formó?
E.A.: La banda actual se fue dando sola. Me parece importantísimo recalcar que el conservatorio es la gran clave no sólo para aprender sino para compartir música. No busqué grandes intérpretes, siempre busqué gente que en principio creyera en mi proyecto como músico, en mi criterio, y sobre todo que estuviera dispuesta a aprender.
Con Adrián Carolli, el percusionista, nos conocimos en la iglesia, nos hicimos muy amigos y compartimos hermosas experiencias. Él venía de proyectos ska y tropicales, pero siempre tuvo un gran gusto por el folklore. Compartimos un grupo llamado Ari Tatay y luego de su disolución comenzamos juntos mi proyecto como solista. Antes de él, y también ahora como suplente de Adri, está en percu Cristian Rivero,
Luego se sumó Daniel Barbagelatta, gracias a un clasificado de Facebook, con sus influencias del rock y listo para amoldarse a mi manera de tocar el folklore. Braian Ibarra, que es un gran guitarrista, se suma más tarde en el bajo, también con mucha voluntad para llenarse de esta música. Brian es un compañero del conservatorio que desde un principio le dijo que sí a este desafío, lo que nos llevó a ser grandes amigos.
Con mi música busco encontrarme a mí mismo, a Dios y la convivencia pacífica con los seres que me rodean.
Por último incorporamos como invitado en ocasiones especiales a Lucas Basso (Chipi), también del conservatorio, con un instrumento que todo músico folklórico quiere sumar pero que no es fácil de encontrar: el acordeón. Además creo que en todo proyecto debe haber alguien debajo del escenario haciendo aportes desde la cabeza y el oído, por eso nos acompaña como co-productor Emmanuel Amores
N. de E.: ¿Cómo caracterizarías la música que hacés hoy? ¿cómo surge? ¿qué buscás con ella?
E.A.: La música que hago no la pienso, sale muy de adentro y se adapta al calor humano y el de la madera del instrumento. No tengo una sola forma de componer ni de elegir bras; en general es folklore, con todo lo que esto implica; va mas allá del ritmo tradicional o de la fusión que uno pueda crear; creo que las canciones mdé aron a mí para que les diera mi impronta.
En cuanto al estilo, nunca va a dejar de ser folklórico, metas lo que le metas las canciones ya tienen ese color, esa entidad.
Con mi música busco encontrarme a mí mismo, a Dios y la convivencia pacífica con los seres que me rodean. El objetivo futuro es siempre aprender más, enseñar naturalmente, e intentar ser alguien más que yo.
Ezequiel Acuña se estará presentando el 10 de noviembre en un evento por el día de la tradición junto a otros dos músicos locales: Ariel Gauto y Leonardo Ubiedo. La cita es en Die Engel, Asborno 622 de Belén de Escobar, a las 21.