Opinión: subsidios, demagogia y «ghosting» post electoral

En su rol de embajador de la gobernadora Vidal en territorio escobarense, el evanescente polifuncionario Leandro Costa paseó por los clubes del distrito cual Papá Noel chequera en mano, repartiendo subsidios y mirando de reojo el calendario electoral.

Acompañado por los demás ediles de su bloque y ostentado su sempiterna sonrisa de vendedor de automóviles usados, el director nacional de formación de agentes territoriales posó para las cámaras rodeado de chicos genuinamente contentos por recibir botines y pelotas de este para ellos desconocido muchacho al que probablemente sea la última vez que vean, sobre todo si los padres de los jóvenes deportistas ya depositaron su sufragio. Es que para ese entonces los chicos, sus padres, los clubes y los subsidios ya no serán necesarios. Campaña, le dicen.

Estas entidades de la sociedad civil, tan castigadas por los delirantes aumentos de tarifas impuestos por el gobierno de Cambiemos, que han debido aumentar su cuota social para poder pagar los servicios públicos, impidiendo así que muchos jóvenes en situación vulnerable pudieran acceder a ese aglutinador social que es el deporte, eso clubes son hoy usados como argumentos de campaña por la misma fuerza política que impulsado medidas responsables de la penosa situación en que se encuentran.

Foto con un pobre, foto con un nene, los pies en un charquito que no sea demasiado grande para manchar el terso cuero de las botas importados (ver nota), forman parte del manual de maquillaje con el que los gurúes amarillos pretenden convencer al electorado de que ellos, los dirigentes del ajuste, están cerca del Pueblo y son sensibles a sus demandas.

Si a ello sumamos el obcecado transcurrir del tiempo que nos acerca cada vez más a los comicios, se agrega a la puesta en escena el componente de demagógica filantropía, el que busca capitalizar la difícil situación por ellos mismos creada para hacer necesaria la ayuda económica.

Papelitos con vaya a saber qué cosas escritas les hacen sostener para la foto facebookera a la gente de los clubes, como cheques para cuyo vencimiento la presencia del espigado concejal no será más que un recuerdo visitable a través de las redes. Los chicos probablemente pregunten cuál es el inextricable motivo por el que esas demagógicas presencias tienen lugar sólo los años impares, en particular en los 90 días que preceden a la visita de sus padres al cuarto oscuro. “Ya vas a ser grande” responderá el curtido adulto, con un triste escepticismo alimentado por el “ghosting” recurrente de los recurrentes y sonrientes concejales espigados.

Por Daniel Bufelli, Presidente del bloque Peronismo que Hace – Frente para la Victoria

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